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ISSN 1989-4163

NUMERO 131 - MARZO 2022

 

La Mujer Fue la Primera

Carmelo Arribas

Contradiciendo el relato mítico, que nos cuenta  la Biblia, según el cual fue Adán el primero en ser creado, las teorías genetistas que estudian la Eva mitocondrial , de la que proviene toda la humanidad, llegan a la conclusión de que el varón fue humano 50.000 años después de que lo fuera la mujer. Este aparente contrasentido es explicable porque las mitocondrias se heredan por vía materna, y los cromosomas Y por vía paterna. El  Adán cromosómico, no vivió por lo tanto en la misma época que la Eva mitocondrial. Esta mitocondria que había mutado y que convertía a aquella “mona”, en humana, pudo haberlo hecho aproximadamente en África entre los años 140.000 y 290.000 a.C, incorporándose el hombre  a la humanidad muy posteriormente. De esta circunstancia se han querido sacar conclusiones sobre la evolución del cerebro femenino y masculino, pero estas carecen de la más mínima seriedad científica.

Tras esto, parecería que la situación social de la mujer en la prehistoria debía de ser preeminente respecto a la del varón. Pero no lo fue. Intentaré, con todos los condicionantes que ello conlleva, ver cuál era su situación en estas sociedades primitivas, cuyos estereotipos nos han llegado hasta ahora. La visión histórica de estos hombres/ mujeres  prehistóricos,  hecha excepción de las llamadas Venus, que están también en el ámbito androcéntrico, muestra a una mujer invisible, a la que se ha relegado a un papel prácticamente de mera espectadora y comparsa, cuando la gran revolución humana, como fue la agricultura y el sedentarismo pudo tener en ella al protagonista y ser ella la artífice de la misma. Las investigaciones que se han realizado hasta ahora, suelen tener como punto de mira y de modo casi exclusivo, al género masculino.  (Incluida la peregrina teoría   del biólogo e historiador alemán Josef H. Reichholf, de la Universidad Técnica de Múnich. Que apunta en su libro «¿Por qué los hombres se volvieron sedentarios?»,  y que afirma que lo hicieron, para “fabricar cerveza y emborracharse”).

Los arqueólogos y antropólogos han volcado todas sus interpretaciones en el hombre, situando a la mujer como testigo mudo en los siglos, e incluso milenios de presencia sobre la tierra, cuya única aparición reconocida, además de ciertas pinturas, ha sido la de las estatuillas a las que genéricamente se le ha dado el nombre de Venus. Los últimos estudios están intentando dar una visión alternativa, otorgándole un mayor protagonismo y rescatándola del exclusivo papel de reproductora. Sin embargo, algunos hallazgos sugieren que la situación de la mujer, en este período, podría confirmar esa situación de ser considerada como propiedad del varón, o al menos como elemento reproductor necesario para la perduración y poder de la tribu, basado, en la abundancia de individuos.

En 1983 un campesino alemán, encontró en un meandro del río Neckar cercano a Stuttgard, el denominado “Osario de Talheim”, formado por  los cadáveres de 34 individuos, entre ellos 16 niños. Era evidente que habían sido masacrados, como lo demostraban las fracturas de los cráneos ocasionadas por los golpes recibidos con instrumentos de piedra, mientras que otros mas alejados, lo que indicaría su intento de huir de la matanza, fueron abatidos por flechas con punta de sílex. Lo llamativo de este osario, es que todos los restos pertenecían a varones, lo que confirmaría que la intencionalidad del ataque, no era la posesión de un mayor territorio, o la consecución de un botín, sino el rapto de las mujeres de la tribu. Acontecimiento que se repetirá a través de la historia, y del que tendremos noticia escrita en otras ocasiones, como el rapto de las Sabinas. Con no poca frecuencia este acontecimiento proviene, de modo exclusivo, de la consideración de la mujer. mas como un elemento valioso, como objeto de botín, inferior en su cotización al de una casa, pero superior al de un siervo masculino, una sierva  o un buey, que como una compañera al mismo nivel del varón con el que está casado. “No desearás la casa de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo, ni su siervo,  ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada de cuanto le pertenece” (Ex. 20, 17).

En Extremadura,  las pinturas esquemáticas representando “danzas de mujeres” en la Sierra de Cordoneros nos permiten una visibilidad social de  la mujer. Pero llama la atención en las frecuentes representaciones de este tipo de presencia femenina en el mundo prehistórico, por una parte los adornos que a pesar del esquematismo pueden apreciarse, resaltando una de las características que identificarán a la mujer en el transcurso del tiempo, el cuidado de su estética y su apariencia exterior, a la vez que representa un nivel social, un estatus y estableciendo un escalafón, un rango social que suele compartir con el varón, que la diferencia de las que no tienen la posibilidad de poseer dichas joyas, o cuyo nivel social es inferior y en las que no estaría bien visto el que ostentasen unos signos externos de riqueza que no les corresponden, lo que nos indica, ya, la existencia de una desigualdad social y un desarrollo de jerarquías, según la posesión de objetos que muestran la riqueza personal. Por otra parte en las danzas que aparecen representadas, sólo suelen participar mujeres. ¿Se trata de algún ritual religioso, en cuyo caso se destacaría la importancia de la mujer en un campo que con el transcurso del tiempo iría perdiendo? Ajuares como el de Aliseda (Cáceres), atribuido a una sacerdotisa, plantean la posibilidad de tumbas femeninas auténticamente principescas, desde el siglo VII a. C.

 ¿O es una representación de un acto lúdico y festivo? En cualquiera de ambos casos ya nos muestran una ruptura social que separa al hombre y la mujer imponiendo a ambos roles distintos.

Quizás ahora, después de milenios, se puede hablar de los intentos, rotos los roles identificados como masculinos o femeninos, de conseguir una igualdad, pero las diferencias, sociales, seguirán existiendo.

La mitocondria es una  estructura celular de doble membrana responsable de la conversión de nutrientes en adenosintrifosfato  (ATP), cuya función es producir energía.  

En los mamíferos se heredan por vía  materna, cuando el espermatozoide fecunda al óvulo, el cigoto fecundado hereda sólo las mitocondrias de la madre. Esta herencia materna crea un árbol familiar que no se ve afectado por la recombinación de genes que tienen lugar entre el padre y la madre.

 

 


 

 

Venus

Venus

Cueva

Mujer

Mujer

Mujer

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
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